miércoles, 2 de septiembre de 2009

Los desiertos de Sonora


A falta de fotos, y con la sospecha m'as que fundada de que hemos perdido el cable de la c'amara (es lo que pasa cuando montas y deshaces el chiringuito unas cuantas veces al d'ia), quiero hacer una alusi'on al tercer apartado de "Los detectives Salvajes" despu'es de unas cuantas jornadas sin seNales de vida perdidos, precisamente, entre estos parajes aludidos: millas de arena y roca pelada, pueblos sin asfaltar, arbustos sin alinear y cactus gigantes.

Resulta que, vista nuestra previsi'on y nuestro lanzamiento al vac'io movidos por la adrenalina que genera un ticket de viajes ilimitados, llegamos en cuesti'on de un par de semanas al sur de M'exico, es decir, a la mism'isima frontera con Guatemala. No sin pensar antes dos detalles sin importancia: primero, que la costa este es considerablemente m'as corta que la oeste y, segundo, que moverse en llano por autopista no demora lo mismo que por selva sin asfaltar.

En fin, que tras recular y pasar dos d'ias cambiando de furgonetas a camiones, autobuses, y todas las formas de transporte posibles llegamos a Puerto Escondido, para'iso surfero y de viajeros con 'infulas de trotamundos. All'i decidimos pasar unas cuantas noches antes de abocarnos al abismo del empalme de terminal en terminal.

Buenos d'ias de asueto que se pierden en el camino despu'es de hacer escala en Guadalajara y enfilar directamente el rumbo a la frontera: cuarenta horas de trayecto, con millones de paradas cortas, reparaciones y una temperatura hostil: de noche, el aire acondicionado mantuvo nuestro agua casi tal y como lo hab'iamos sacado de la nevera, y de d'ia el sol proveniente de fuera era la 'unica salvaci'on al calor interior. Total, que intent'abamos pasar el rato con pel'iculas repetidas o en ingl'es, o con los comentarios de director y sin volumen... una odisea a la que ning'un mexicano parec'ia reaccionar.

Por fin, llegamos a Tijuana: antaNo lugar l'imite entre el bien y el mal y tierra de juegos esc'enicos para directores de cine, hoy ciudad sucia americanizada cuya 'unica sed de mal consist'ia en degollar al tipo de la taquilla que con precisiones del tipo "ahorita", "diez o quince minutos" hizo que nos pas'aramos otra hora varados entre autobuses.

Y como el hombre es el 'unico animal, ya sab'eis, aqu'i estamos de nuevo, en San Diego, uno de los pocos destinos que pensamos visitar en nuestra aventura californiana. Una playa fotg'enica rodeada de m'as cart'on-piedra y personajes salidos de series de televisi'on que corren, surfean o toman cocktails en una realidad tan as'eptica como anodina.

1 comentario:

  1. Alberto y Celia brevemente he seguido vuestras huellas y me da envidia.... Me gustaráia que estuvieseis aquí.... Belén

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