viernes, 29 de enero de 2010

Una historia de amor.


Como todas las historias de amor, tras el despunte llega la caída. Tenemos que aprender a amar sin complejos y odiar con maldad para llegar a la moderación. De niños somos capaces de reir sin condiciones o de llorar a moco tendido concentrando una rabia inaudita. Después creces, y te haces más comprensivo y neutral.
Esto le pasa también al sistema: necesitamos pasar por la escasez y por la opulencia para valorar el termino medio. Lo malo no es que todo lo que decía el comunismo era mentira, lo peor es que todo lo que oímos del capitalismo era verdad, decían dos viejos soviéticos. El mercado libre no es aquel en el que todos tenemos cabida en igualdad de oportunidades sino aquel donde el grande devora al pequeño, al débil.
La película de Michael Moore puede tacharse de maniquea o panfletaria, sin duda, pero ¿acaso las columnas de los diarios o los programas de política no lo son? Puede ser definida como banal, pero creo que al final lo que mejor nos llega es lo sencillo. Somos capaces de alabar el mensaje tierno de una película taquillera, siempre que pertenezca a la ficción, pero no si se trata de imágenes reales.
Una película agitaconciencias en días de euríbores al alza o ayudas a la compra de coches, entre otras cosas.