lunes, 3 de agosto de 2009

Palabras del Reig (Rafael)

El rey, jefe de Estado, hace lo que el español medio haría si pudiera.

El presidente del Gobierno, hace lo que el español medio piensa que debería hacer.

Un rey se dedica a comer bocatas, contar chistes verdes, salir de juerga con zorrimplas, cazar osos, pilotar helicópteros, dormirse en los conciertos de música clásica, ir al fútbol, mandar callar a cualquiera que le caiga gordo… en fin, lo que cualquier español medio, si pudiera, haría todo el rato.

El Estado, cuando lo representa un borbón, se convierte así en un ego infantil, un niño que satisface sus deseos primarios y sólo se somete al principio del placer.

Un presidente de Gobierno, en cambio, tiene que hacer lo que el español medio cree que debería hacer. No lo que de verdad le gusta al español medio, sino lo que le gustaría que le gustara. Se resigna al severo principio de realidad.

Por eso los presidentes hacen deporte, son fieles a su mujer (que canta en un coro), se pasan las vacaciones leyendo, hablan de poesía, ponen caras serias… en fin, lo que el español medio cree que debería gustarle. El Gobierno se convierte así en un super-ego adulto que hace lo que hay que hacer, renunciando a deseos infantiles y, a ser posible, con la máxima circunspección.

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