viernes, 23 de octubre de 2009

El precio del dinero.


El dinero vale lo que ellos quieren que valga. Su precio lo determina el momento. Una remesa dos d'ias antes te puede favorecer unos cuantos d'olares. Un cambio a tiempo consigue que tus miles de billetes de monedas devaluadas no se queden obsoletas en la ventanilla del banco. A lo largo de estos meses, la cantidad de dinero que llev'abamos en los bolsillos era tan relativa como el n'umero luminoso que aparece en las tarifas de cambio.
Si traspasas fronteras en un espacio corto de tiempo, todav'ia manejas n'umeros de otras monedas, y los c'alculos se derivan en varias operaciones ramificadas.
Su esencia es tan abstracta que los que lo dispensan son los mismos que lo reciben m'as adelante, y eso hace que su importancia radique- tanto de viaje como en los plazos fijos- en el momento presente. Eso lo convierte en un medio para alcanzar una meta. Por eso, embargarse en un proyecto que quiz'as no saborees se antoja in'util y, sin embargo, es a lo que nos quieren enraizar.
Para nosotros, el dinero es imprescindible. Sin 'el- francamente- no podr'iamos estar ahora mismo, por ejemplo, escribiendo estas l'ineas. Pero hay muchas formas de engrilletarse a 'el. Nosotros dependemos de las remesas que manda mi padre desde un locutorio sombr'io de Las Rozas. Ya llevamos dos, y estamos a punto de recoger la 'ultima en un banco de Nairobi.
En el documental "La silla de Fernando", un testimonio magistral de un genio recientemente perdido, Fern'an-G'omez dice que en la guerra no te val'ia ser rico porque de repente todos tus ahorros no val'ian nada. Por eso su af'an de trabajo como mera supervivencia.
Y con esta reflexi'on maNanera, provocada por la viNeta (una vez m'as) del genial Roto, s'olo pretend'ia introducir el nombre de una pel'icula ineludible y aNadir otra m'as en la que la realidad es un ejercicio de sabidur'ia e imaginaci'on mucho m'as poderoso que la ficci'on: Las alas de la vida.
Mientras, que los banqueros se suban el sueldo y el gobierno grave el pan.

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