jueves, 1 de abril de 2010

La ciudad.


Vuelves de un viaje y a los pocos días ya parece que no te hayas ido. La rutina casa-trabajo-casa te empieza a atrapar, olvidas (de nuevo) prioridades loadas a lo largo de meses de interminables noches de autobús, cenas al borde del caos. Los rompecabezas que parecían empezar a encajar vuelven a desestructurarse y sólo puedes ver tu reflejo, una tarde, al salir de la oficina, sin reconocerte. De nuevo, volver a empezar, pero esta vez, más cerca de los trenta.

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