miércoles, 24 de marzo de 2010

Igualito que el del pijama.


Primero les quitaron la profesión, les prohibieron la entrada en los teatros, cines y museos, y a los investigadores, el acceso a las bibliotecas: seguían allí por fidelidad o pereza, por cobardía u orgullo. Preferían ser humillados en su patria a humillarse como pordioseros en el extranjero. Luego se les privó del personal de servicio y se les quitó las radios y los teléfonos de las viviendas; después las viviendas mismas; a continuación se les obligó a llevar pegada la estrella de David, para que todo el mundo los reconociera, los evitara y escarneciera en la calle como a leprosos, expulsados y proscritos. Se les privó de todos los derechos, se ejerció sobre ellos con sadismo toda clase de violencia física y psíquica y, de repente, se convirtió en espeluznante verdad el viejo dicho popular ruso: "Del saco de mendigo y de la cárcel, nadie está a salvo".
El mundo de ayer, Stefan Zweig.

1 comentario:

  1. La verdad es que es muy profundo el artículo... Los autoritarismos son siempre malos, lo mires por donde lo mires...
    Lo irracional es que ahora el Estado de Israel está aplicando el yugo contra los palestinos... ¿se estará también convirtiendo en realidad el viejo dicho popular español: No pidas a quien pidió y no sirvas a quién sirvió"... Es tiempo de reflexión... F.

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