sábado, 17 de abril de 2010

Derechos Humanos

En el futbol incluyeron a un árbitro que decidía qué era falta o cuándo había salido fuera. Esta tercera persona mediaba entre las opuestas opiniones de dos equipos. Claro, que no siempre cualquiera de las dos versiones es la verdadera. Por eso, este individuo también se equivoca. Para dificultar un poco más las cosas crearon jueces de línea, federaciones y servicios informáticos a pie de pista. Ni siquiera todos estos organismo han conseguido que unas veces se acierte y otras se falle.
Si es más que probable que nos personas no lleguen a un acuerdo, es una certeza que tres o más no lo conseguirán jamás.
Eso es lo que hace el derecho: obstaculiza lo (relativamente) sencillo. Traspasa algo bilateral a una dimensión pluridireccional que desvía interminablemente lo plano. Y convierte una acción cotidiana en una marea de trámites. Objetivo: que lo que se podría solucionar en un momento pasa al universo temporal de la justicia, desquiciando a la víctima hasta reducirlo a la espera de la sentencia. Trabas para que se beneficie, cómo no, el inventor: empresa, banca o estado.
Según Lao-Tsé, "cuando no cumplimos con nuestros deberes, nos amparamos en nuestros derechos".

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