lunes, 17 de mayo de 2010

"Obligación de ser felices", por Vicente Verdú.


La soledad y el desamparo, junto al estrés, son los principales agentes que llevan a la depresión y a la tristeza. Actualmente hay dos millones de deprimidos en el mundo, dos veces más que en 1950, la gran mayoría en el mundo occidental.
La probabilidad de que un joven de hoy sufra depresión en su vida es el doble que la de sus padres y el triple que la de sus abuelos.
Sentirse fatigado o insatisfecho con esta vida quedaba más o menos legitimado en los tiempos religiosos porque, a fin de cuentas, este mundo no nos podía contentar, pero ahora, desaparecido el cielo, secularizada la existencia, ¿qué decir?
Si por una parte la muerte ha perdido su función redentora, la vida se presenta como la única ocasión para disfrutar.
¿Ha tomado el nuevo capitalismo nota de ello? Ciertamente. En el capitalismo de consumo, hasta los años ochenta del siglo XX, el sistema procuraba el simulacro de felicidad a través de los mil objetos alegres y nuevos, pero ahora, resabiado el consumidor, no sería posible continuar prometiéndole el cielo a través de la compra.
De lo que se ocupa ahora el sistema no es directamente de hacernos gastar mucho, sino de hacernos creer cuánto valemos. (L'Oréal:"Porque yo lo valgo.")
Nunca como hoy se había vivido una maquinaria envolvente tan empeñada en mostrar una felicidad al alcance de nuestras manos. No ser feliz en este mundo es hoy el auténtico pecado o, como decía Borges, "un error inexcusable". Antes éramos perdonados gracias a haber sufrido, pero ahora es injustificable o imperdonable no pasarlo bien.
La masificación democrática va unida a la obligación de la felicidad para todos y al júbilo que se considera propio de la cultura del niño.
Actualmente, cuando el trabajador se ve sometido a un gran estrés laboral (la "explotación" antes), no se alista en un comité antisistema, toma ansiolíticos. Cuando el empleado no soporta más sus condiciones de trabajo no acude a los sindicatos, va al médico. Cuando las cosas van mal no es necesario darle más vueltas: se recurre a las "píldoras de la felicidad". Zoloft o Prozac para la depresión, la melatonina para la juventud y el sueño, Viagra para la impotencia, Serotax contra la timidez, Aurix contra la fobia social.
La farmacia está poblada de remedios y los laboratorios se han convertido en los grandes pacificadores sociales de nuestros días gracias a la integración del enfermo democrático.
Los norteamericanos llaman lifestyle drugs a los preparados que deciden el estilo de vida, el estilo del cuerpo, el modelo del estado de ánimo, la alegría de la adaptación. Cualquier persona normal, golpeada por una desgracia o una injusticia, verá que le prescriben para la angustia el mismo medicamento que toma otro individuo con transtornos debidos a su estructura melancólica, porque lo importante es el remedio de la apariencia infeliz y su tratamiento como percance de jurisdicción médica.

Vicente Verdú
El estilo del mundo.
(La vida en el capitalismo de ficción).

2 comentarios:

  1. Más elogios sentidos a los autores de este blog. Aunque nos conocemos muy bien, no dejáis de sorprenderme con vuestros artículos y referencias. Cuidaos mucho.
    Enhorabuena y abrazos,
    www.jgpalomo.blogspot.com

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  2. Qué alivio encontrarme con un artículo como este a altas horas de la noche. Un abrazo! Eva (Valencia)

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