lunes, 7 de junio de 2010

Feria del libro.

Para empezar, ypor si acaso, ríete de todo, porque nada importa nada. Ése es uno de los primeros mandamientos que prodiga Sánchez Dragó en su Sendero de la mano izquierda. Algo útil que puedes aprender cerca de mi hermano, por ejemplo, sin petulancias ni engalanos. No obstante, a punto estuvimos de comprarle el libro a su autor mientras cotilleábamos impúdicos lo que le soltaba a los lectores que se le acercaban o a una mujer que ejercía de discípula ciega y le reía o asentía cualquier cosa que dijera. Porque la Feria del Libro no es más que otro ejercicio de voyeurismo casero. De impresiones vagas que pueden llegar a condicionar tus futuras lecturas. Además, el fenómeno de ojear libros delante del autor impone respeto y algo más de vergüenza: nuestra madre nos enseño a no entrar con la compra en tiendas donde se vende lo mismo, pero no a saber decir "no" cuando el artesano te lo ofrece. Sientes la vulnerabilidad del ser humano, la inseguridad, la obligación o la modestia. El empujón a un soporte, según parece, en crisis.

Aun así, merece la pena ponerle volumen a las fotos de las cubiertas. Más si tienes la solvencia de hacerte con algún ejemplar y salir de allí como un niño con una piruleta esperando marcar las páginas. 
Tal y como lo hizo Celia, que empezó muy seria y se fue animando...

1 comentario:

  1. Sí que es cierto que, con lo pequeñitos que somos, podemos aprender mucho unos de otros... No cambiéis nunca, cangrejeros.
    Os queremos.
    www.jgpalomo.blogspot.com

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