La lírica puede tener una doble función: enseñar o deleitar. Es decir, algo productivo o algo obsoleto. El adolescente que encuentra en unos versos parte de su situación con respecto a la compañera del pupitre de al lado se decidirá por la primera opción: hacerse con un poema para ligársela y abandonar en adelante cualquier tipo de lectura. Otros, quizás, se quedarán con la segunda y aprenderán a disfrutar en soledad de sí mismos, del arte y del mundo cósmico en general.
Cualquier acción cotidiana te ofrece esta alternativa: se puede dudar a la entrada del cine si apostar por una sesión de sensaciones estéticas con Tarkovsky o una de acción anfetamínica con Steven Seagal.
Ayer la selección consiguió lo primero: aunque no trapasara la ridícula barrera suiza ni fuera su mejor partido, consiguió coser puntos y comas en el césped. Ahora nos queda saber si, por fin, nos quedaremos con la chica.
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