jueves, 1 de julio de 2010

El tiempo.

En la India conocimos a un gurú de la venta de humo que nos aseguró que los indios creían en el flujo incesante del tiempo y que, por tanto, no llevaban relojes ni tenían horarios fijos. La sorpresa fue ir descubriendo que cada local tenía un reloj de pared cada vez más grande y que si faltaban cinco minutos para el cierre ya no te vendían porque estaban deseando pirárselas a casa a comer curry y beber chai. El Turn on, tune in, drop out jipi sólo estaba al alcance de los que disponían de un buen surtido de alucinógenos. 
Lo mismo pasaba en la selva amazónica: el clamor occidental por enteógenos naturales se convirtió en un sueño falseado cuando comprobamos que los indígenas sólo se purgan a base de coco y bananos. El resto- purificación y vidas paralelas- está reservado para las agencias de viajes de la capital y sus turistas.
Estamos deseando desconectar, sintonizar y dejarnos llevar sólo los que tenemos posibilidad de otras emisoras, así como el oriental desea desconectar comiéndose una hamburguesa de multinacional o el africano tener un móvil, aunque sea sin saldo.
La posibilidad de elegir crea esperanzas de cambio. De un cambio local que raramente puede traspasar las fronteras de los que no conocen esa otra realidad. Para nosotros la experiencia es viajar y conocer a gente en el extranjero. Para ellos es conocerla en su lugar de nacimiento. Quizás ésa sea la única razón para viajar: mezclarse y recibir.
 El último día de nuestro periplo transcontinental pasamos un día taquicárdico a costa de una mujer keniata cuya misión consistía no en enseñarnos su ciudad, sino en que conociéramos a todos y cada uno de sus familiares y amigos. Su mayor placer era compartir una comida con nosotros mientras el padre (borracho) preparaba una barbacoa. Negarse era un deslpante. Y aceptar un abuso. ¿Con qué quedarse?
Al final, después de doce horas, corrimos desquiciados al aeropuerto con la amargura de lo que siempre es, para los africanos, mi hermano y mi padre, un despedida apresurada.

1 comentario:

  1. Entro todos los días en vuestro blog con la ilusión de encontrar algo para reconfortarme toda la mañana.
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