lunes, 12 de julio de 2010

Quiero ser Sara Carbonero.

Ayer mientras los españoles llamábamos por teléfono a padres y hermanos, sopesábamos qué medio de transporte emplear para volver a casa, imaginábamos la resaca del día siguiente (en caso de querer salir a pesar del trabajo) y demás actividades prosaicas, el mejor portero del mundial se lanzaba a darle un beso a su chica.


No todos los besos cuentan con ese aplauso colectivo.
Hay besos prohibidos, ocultos, tergiversados, vengativos,...
¿Quién no deseaba ese beso entre Humphrey Bogart e Ingrid Bergman? Todos sabíamos que ella estaba casada... ¿No? Y va él y renuncia en favor de la resistencia contra el Nazismo... ¿Qué razón más noble que esa se nos puede ocurrir? Y, sin embargo, ¡menudo "pardo"!
El amor no siempre nos lleva en la dirección adecuada, pero ¿cómo dejar de escuchar la llamada de la selva? Hay veces en que vas y hasta aciertas... La cabeza para estos asuntos no es buena consejera y menos si nos lleva sólo por los caminos de las malas lenguas y del qué dirán...
Que digan. Que mascullen. Que malinterpreten. Que tergiversen.
Después de todo hay quien se dedica a observar a los demás mientras viven.
Ha llegado la hora de tirarse a la piscina y en esto, como en todo, tonto el último.

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