lunes, 19 de julio de 2010

Sueños motorizados.

Coches, coches y coches. Por todos los lados: abro la nevera y tengo que buscar dónde he aparcado el brick de leche; tiro del cajón de los cubiertos y tengo que empujar la doble fila de tenedores para alcanzar la cuchara; el temor a encontrarme con un papel con código cifrado y un importe a pagar me asalta cuando reconozco al paquete de cereales situado en la zona verde del cola-cao. Por fin, me siento, enchufo la radio y me fundo con la humanidad en el parte matinal sobre el tráfico de la ciudad. Millones de personas atrapadas frente al volante, con la mano en el claxon, predispuestos a amonestar al primero que le complique su avatar cotidiano. No hay espacio, me asalta de repente.
La plaga de la langosta no devoró tantos recursos como lo hacen estos aparatos motorizados que carcomen playas, bosques y aparcamientos de supermercados. No hay espacio, me repito. No cabemos todos. Cada individuo en un cuatro ruedas. Cada porción de paella en un plato. No hay espacio.
Y, sin embargo, seguimos empeñados. Repetimos una y mil veces el mismo error y nos quejamos del de al lado. La crisis reduce el transporte público y aumenta el privado. Bajamos el sueldo a los del Metro y se lo subimos a la gasolina para que salgan las cuentas. A eso le sumamos los peajes de las carreteras "estatales" y, tachán, ecuación perfecta: hacer el agosto (que ahora, al parecer, es también en junio, julio y septiembre). Ni serpientes, ni gatos, ni angelitos: nuestro espacio nocturno también se verá invadido por coches. ¡Corre, que están en rebajas!

1 comentario:

  1. ¡Genios! Ahora, cada día que me encuentre con los atascos madrileños, sonreiré pensando en vuestras reflexiones, siempre tan agudas. Por cierto, siempre se me pasan las rebajas... No tengo arreglo. Besos a los dos embajadores de la irreverencia inteligente. J y N.
    www.jgpalomo.blogspot.com

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