miércoles, 29 de diciembre de 2010

Chaouen.

A pocos días de nochevieja sólo puedo soñar con que el año nuevo nos depara la visita al Norte de Marruecos, unas tierras que desconozco, y que Alberto añora como último reducto para el auténtico viajero.
Por no saber no sé ni cómo se escribe Chaouen, lo he tenido que buscar.
Pero quiero que así sea.
No quiero guías de viaje, ni recorridos preconcebidos.
Sólo dejarme deambular hasta perder la conciencia del tiempo, sin pensar en el regreso.
Caminar por estas callejas que se prometen azules y que me traen el aroma de los balcones de Zanzíbar.

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