miércoles, 15 de diciembre de 2010

Recuento.

Aunque sea día quince y carguemos sólo con la mitad de este mes interminable, que se las promete de familiar y risueño y no nos devuelve más que viento gélido, caras pálidas, días eternos de trabajo o multitudes al acecho del paquete que depositar en el repugnante árbol de navidad, estamos a nada de que cumplamos un año desde que volvimos. Para ser más exactos, tal día como hoy estábamos en la isla de Zanzíbar, posiblemente con dolor de tripa pero retozándonos en arena blanca y corales de colores.
Como nada es eterno (ni siquiera nuestra diarrea) regresamos de sorpresa y nos vinimos casi al instante a la calle Ercilla, cerquita del centro de Madrid. 
Desde entonces la vanidad ya ha hecho de las suyas y hemos tratado de rellenar este invento con aventuras autóctonas. Si hay algo productivo en todo esto, que le den las gracias- sobre todo- a la biblioteca municipal de Puerta de Toledo y a un videoclub de Alonso Martínez que me tiene esclavizado cada vez que quiero coger una película.
Y como aquí cabe de todo, damos pie a comentarios y recomendaciones de final de año, que para eso existe un calendario con meses de treinta, treinta y uno y hasta veintiocho días que no hay un Dios que lo entienda: si alguien tuvo los cojones de idear esos 365 días con cuatro horas y joderles la vida a los que nacieran el 29 de febrero (carnaza de programas de sobremesa y de cartas al director en revistas adolescentes), de marcar cada jornada con un santo y de hasta plantear cuaresmas, que ahora no se quejen de todas estas ridículas listas, efemérides y cronologías de las que somos presas los humanos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario