lunes, 21 de marzo de 2011

Murakami, Haruki, por "1Q84"

 No voy a negar que Murakami sea uno de esos escritores que te atrapan desde la primera página, pero de alguna manera empieza a pasarle como a Paul Auster: cuando ya te has leído un par de libros te parece que con el tercero estás viviendo un "déjà vu".
Es cierto, que podría incluirse en el mismo bote a Woody Allen, pero claro, no estamos para comparar, que como bien dicen "las comparaciones son odiosas". Es como cuándo de pequeña las vecinas te preguntaban: "¿A quién quieres más a papá o a mamá?". Todavía no he conseguido saber la razón de la pregunta ni mucho menos comprender la profundidad de regusto morboso de la respuesta. 
El último libro de Murakami, a pesar de que sigo adelante en su lectura (no como con el de Almudena Grandes, abandonado en la mesilla de noche, que pesa sobre mi conciencia, pero me resisto a tocarlo por sólo saber que me esperan otros seis volúmenes a lo "Episodios Nacionales" de Galdós), me resulta demasiado cercano al best seller.
Tampoco es que tenga un "odio africano" a los best seller, reconozco que caigo en sagas a lo Harry Potter y en familias enteras de Hobits, pero la idea de que el susodicho Haruki haya decidido sacar un volumen de tropemil páginas con el objetivo tan clarito de untarse no me parece correcta.
Me refiero a las interminables repeticiones de hechos y a las explicaciones para niños de nueve añitos, a las escenas de sexo gratuito sólo para enganchar a los lectores y a la laguna de aburrimiento que empieza en la página trescientos y de la que no sales hasta la cuatrocientos...
Toda una serie de desaciertos a los que no nos tiene en absoluto acostumbrados el creador de "Tokio Blues".
Quizá, aprovechando que el Guadalquivir pasa por Sevilla, este long seller se esté convirtiendo en el nuevo Stieg Larsson.

1 comentario:

  1. ¡Siempre únicos e irrepetibles!
    Un abrazo a mis Cangrejeros de cabecera.
    ¡Os queremos!
    www.jgpalomo.blogspot.com

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