martes, 8 de marzo de 2011

Trueba + Mariscal + Bebo = Cocina casera.

Comparar, como hizo el crítico de El País, Chico y Rita con Toy Story, es como comparar una hamburguesa del Fosters con otra hecha en casa con amor.
La del Fosters está muy rica y es de libra y media y encima tienes la Coca Cola gratis, no digo que no tenga ventajas...
Pero... Imagina que es sábado y luce el sol. Decides desayunar leyendo la prensa y después bajar a comprar al Mercado Central.
Saludas al frutero, compras tomates de la huerta en la verdulería y una cebolla de estas dulces tan carnosas. Lechuga... Nada de Iceberg, sino la de siempre.
Imagina que el carnicero pica un buen filete delante de ti y ahora en la cocina de tu casa, mientras escuchas a Bebo y al Cigala, o un bolero de los de enamorarse, preparas la hamburguesa.
Le das la forma, la fries, cortas una generosa rodaja de tomate, pan del horno, lo rocias todo con un chorretón de aceite de oliva y sin dejarla enfriar das el primer bocado...
Dejando que su sabor inunde tu boca...
Chico y Rita no es una superproducción estadounidense de buenos resultados como Toy Story, pero es una obra maestra, con todo el sabor de un producto elaborado con mucho arte.
Quizá se te hayan quemado los bordes del guión o en algunos momentos parezca que nunca llega el momento de metértela en la boca, pero merece la pena disfrutar de esta gran historia cocinada a fuego lento con la mejor banda sonora.
Es de dibujos, pero ni es para niños, ni para adultos amantes del Fosters.

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