lunes, 2 de agosto de 2010

Atrapados en Madrid.

Cuando me vine a vivir a Madrid no me planteé nada. Simplemente me vine. Llegábamos de estar por medio mundo y la decisión de establecernos aquí no era tal. Era sólo una ciudad más.
Si hubiera sido una toma de decisión real me hubiera planteado los pros y los contras, pero (como reza la sabiduría popular): "Quien no tiene cabeza, necesita tener pies."
Es mi caso.
Llega el verano y me asombra ver que hay atascos y que los medios de transporte son insuficientes. Las carreteras están colapsadas, Autorés está en huelga y  Renfe ofrece unos servicios escuetos a coste astronómico (¡cien euros un Madrid-Cullera-Madrid, dos trenes al día!).
Desesperada por pasar un fin de semana con mis padres en mi tierra opté por algo que nunca había contemplado: el puente aéreo Madrid-Valencia.
Lo que en principio podría ser un sueño: llegar a casa en cuarenta minutos, acaba siendo una pesadilla.
A la ida tres horas de retraso y a la vuelta otro tanto. Si tomas en consideración lo que cuesta desplazarse hasta el aeropuerto y le sumas los retrasos resulta que llegas antes de cualquier otra manera. La próxima vez alquilaré un caballo y cabalgaré a lomos de mi corcel blanco hasta el paseo de Cullera.
Por no ser ésto suficiente resulta que llevamos todo el mes pasando los fines de semana en la carretera (no renuncio a la playa ni harta de vino). De forma que nuestras idas y venidas se están convirtiendo en "El día de la Marmota". Ida: Atasco en la A6, accidente y atasco en Sueca. Regreso: Atasco en Sueca, atasco en la incorporación a la A3, atasco en la A6. A eso le sumamos recoger y dejar el coche en Las Rozas y volver, ó buscar parking en Madrid y que se lo lleve la grúa... Tengo que decir que, al menos, ésto último, te saca un poco de la rutina. Somos, a estas alturas del verano, dos tipos grises con cara de póker que sueñan con la playa en un desierto de asfalto mientras vigilan, desde el volante, la serpenteante línea de luces: rojas a la ida, rojas a la vuelta.
Si algo bueno he de sacar de todo ésto... Por un lado, me consuela un poco que Bill Muray hizo lo mismo al llegar al dichoso pueblecito de la peli... Y por otro, quizá puedo presumir de haber hecho una amistad en el aeropuerto (unas seis horas de charla contínua dan para mucho), pero como no puedo dejar que Ryanair se vaya de rositas, después del estado de agotamiento en que me encuentro, desde aquí les propongo un cambio de slogan: "Ryanair: ¡Ríanse!... Y pillen Autorés."

*En la foto: Alberto y yo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario