jueves, 7 de octubre de 2010

Premios Nóbel.

Escribo a una hora de conocer al nuevo Nóbel de Literatura. En estos momentos, me imagino, la inquietud no será sólo de los aspirantes sino de las editoriales a las que pertenecen, que se estarán relamiendo ante futuros lanzamientos con la etiqueta en la portada, al aluvión de regazados lectores que necesitan la chapa para sentirse atraídos.
En una lista que publica un diario sueco, entre los diez con más posibilidades están Murakami, Vargas Llosa o Amos Oz. Hay otros que, como Tomas Tranströmer o Ko Un, es la primera vez que veo. Supongo que esto del Nóbel es un poco como Eurovisión. Lo reparten por aquellos países donde no afecte a otras personalidades y, así, lucen de periféricos. ¿Cuántos libros de Le Clèzio había publicados en España hace un par de años?
En fin, ¿por qué tanto revuelo por la literatura? Cuestiones de mercado, claro. El premio a la inseminación artificial apenas ha tenido eco en los medios de comunicación: los laboratorios no son atractivos. Los escritores, sin embrago, se han convertido en estrellas de cine y venden. Se prestan a entrevistas, aparecen en series, conversan en programas de radio.
Adiós al mito de máquina de escribir, cigarrillos y vaso de güisqui.

3 comentarios:

  1. Creo que ni te imaginas cuanto mueve algo tan insignificativo como la fecundación in vitro y lo que significa esto para los laboratorios...

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  2. Claro que mueve, pero no en la prensa!
    Te he escrito comentario en tu blog.
    Un abrazo, y un tirón de orejas a Raphael, a ver si deja de crecer de una vez!
    Aceptamos todas las críticas y apostillas, por si algo no queda del todo claro!

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