martes, 21 de diciembre de 2010

Regreso inesperado.

Hace un año por estas fechas, después de una noche interminable de carreras arriba y abajo en el coche de una madre soltera keniata de familia rica venida a menos, conseguíamos llegar al aeropuerto de Nairobi cuatro o cinco horas antes de la salida del vuelo.
Nuestro recorrido por África empezó finales de octubre en la misma ciudad. Llegamos perdidos y sin nada previsto. Con la vaga idea de hacer un safari, pero sin saber lo que significaba ni cómo lo íbamos a poder organizar.
Salimos del aeropuerto andando con nuestros mochilones a la espalda, desoyendo las indicaciones del personal del aeropuerto que nos instaba a coger un taxi, porque nosotros queríamos ir en autobús.
Y, sin saber casi ni cómo, nos vimos metidos en un coche con dos negros camino a un lugar incierto.
La suerte quiso que no acabáramos en una cuneta, sino en una agencia de viajes de la que no nos querían dejar marchar sin antes haber contratado el safari dichoso.
Gracias a la cabezonería y las artes oratorias de mi canijo salimos de allí escoltados por un ciudadano keniata de metro noventa con unas manos más grandes que mi cabeza…
No inspiraba demasiada tranquilidad y, sin embargo, acabó resultando un tipo bastante agradable que alegó respetar nuestra libertad y derecho de decisión cuando le dijimos que queríamos buscar otro hostal y contratar otro safari.
Nunca puedes juzgar al prójimo por su apariencia.
Desde luego, en Brasil, si llegamos a bajar del avión así, nos veo metidos en plena favela negociando con la mafia para que no nos rajen la cara… Y soy bastante optimista al respecto.
Esa sería la primera de muchas aventuras africanas en un continente en el que lo primero que tienes que aprender es que si te dicen que no puedes bajar al lago porque hay una madre hipopótamo con sus crias que puede ser agresiva, no te están contando un chiste.

1 comentario:

  1. ¡Qué bonito....! ¡Viva la nostalgia!
    Es un auténtico lujo leer este blog y emocionarse con las preciosas descripciones de lugares donde a uno le hubiera gustado estar también. No pares, sigue, sigue.... contando. Besos.

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