jueves, 7 de abril de 2011

Que alguien me explique.

Sí, que alguien me explique, por favor, por qué le gusta el cine iraní. Y cuando digo iraní me refiero a esa región difusa de oriente Medio, norte de África o estepa asiática. Entiendo que el ritmo ha de ser distinto, y eso- precisamente- no me molesta. Que puede que no estemos acostumbrados a lo que cuentan. Que no nos vemos demasiado reflejados aunque nos atraigan las tierras exóticas y llevemos un post it en la frente en el que diga "me gusta conocer otras culturas". Pero hay más cosas: no es que no tengan explosiones o carreras frenéticas de coches, es que la cámara parece pùesta al tun-tun, los actores son de la calle y por eso muestran naturalidad o los diálogos narran la compra de una barra de pan. Pueden ser curiosas y en momentos emotivas. Puedes reconocer cierta poesía, pero dudo que seas capaza de verla una y otra vez, que el arte que transmiten perdure.
Ayer vi El círculo, de Panahi, y la verdad es que no está mal. Dura 90 minutos, lo cual se agradece, y es relativamente ligera. Pero de ahí a que ganara un festival, cuando seguro que tenía otras que aún recordamos, va un paso.
Y, por librarme de poner las pelis exóticas que me han gustado (que también las hay), escribo las palabras de mi amigo Pablo cada vez que ve una de estas: "Así hago cine hasta yo".
PD. No me digáis que el niño de la foto (de la peli ¿Dónde está la casa de mi amigo?, gran tostón de Kiarostami) no se parece a cualquier primo nuestro del pueblo.

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